Torres fue quien diseñó la estructura criminal con Bossi, Ortiz y los hermanos Rivarola. Tenía a su cargo el aprovisionamiento del material estupefaciente y del mecanismo por el cuál era fraccionado y distribuido.
Según el juez Torres “se comportaba como un auténtico empresario, organizando tareas y administrando los recursos materiales y humanos con los que contaba, con la finalidad de obtener rédito de la actividad del narcotráfico”.
Torres habría financiado la actividad criminal, adquiriendo la droga y administrando los egresos que insumiera su comercialización, de modo de obtener el retorno del dinero invertido.
Solía viajar personalmente a proveerse de droga, aunque no era necesariamente quien la transportaba, sino que se valía de otros mecanismos como la utilización de camiones, para evitar ser detectados por las autoridades.
Hay múltiples filmaciones y audios que lo involucran mientras organizaba su tarea y bajaba bolsos y bolsas en los distintos inmuebles.
¿Dónde se reunía, almacenaba y fraccionaba la droga?
Los domicilios utilizados eran: Laprida 1264; Ameghino 1094 (kiosco “El 22”); Goudard 2881; Dinkeldein 3443; Buenos Aires 1476; Complejo de Cabañas Los Lorenzos en Alpa Corral; Ayacucho 3050; un galpón ubicado sobre Ayacucho al 3000; una vivienda de Pasaje Público a 30 metros de Dinkeldein Norte; galpón en el mismo sector; un dúplex sin numeración en Dinkeldein Norte y una edificación en Pasaje Público a 20 metros de Dinkeldein Norte.
El Kiosco el “22”, de Ameghino 1094, se habría utilizado como lugar de almacenamiento y venta de estupefacientes.
Se pudo constatar que también contaba con el control de diversos automotores utilizados por los investigados, imprescindibles en el accionar de la organización.
Tenía múltiples autorizaciones para conducir a su nombre así y 117 pólizas de seguro desde 2010 hasta hoy sobre vehículos que no eran de su propiedad.
Se lo vinculó a Chevrolet S10 4×4 2017,Amarok. 2016, Toyota Hilux 4×4 2015, Vento 2011, Ford Ranger 2016, Saveiro 2016; Furgón Mercedez Benz 2017, Ford Ranger 2017.
Torres se rodeaba de personas de confianza a quienes les impartía órdenes concretas, conservando el control sobre los asuntos delictuales investigados.
Torres contaba con un lugarteniente a quien encargaba tareas de relevancia en la organización. En los comienzos, era Cristian Berti, pero en una segunda instancia fue Claudio Bossi, quien operó con mayor autonomía.
Puede citarse la siguiente conversación mantenida entre Torres y su hijo Franco Soffli, donde el primero le encargaría al segundo tareas de vigilancia y le preguntaría al respecto:
Torres.- Hey qué onda con vos
Hijo.- Cómo andas (inaudible)? todo bien?
Torres.- Bien vos?
H.-Bien … por lo menos … .
T.- Ah todo tranquilo?
H.- Si … no pasa nada … no se ve nada raro nada (…)
T.- No quiero ninguna cosa rara, no quiero ningún problema..
H.- No no
T- Estamos?
H.- No sí … sí, sí.
…
Torres también se encargaba de lavar el dinero del narcotráfico para introducirlo al circuito legal.
Estas maniobras tenían que ver esencialmente con la compra y venta de automotores. Era reconocido por dedicarse a esta actividad y así se hacía conocer (secuestraron tarjetas de presentación con su nombre y dedicado a la venta de autos).
Cada vez que Torres viajaba a Bs. As., habría realizado siempre el mismo recorrido: Nordelta, José C. Paz y Tortuguitas, haciéndolo en dos o más vehículos o camionetas 4×4. En uno de esos viajes, se habría comprado tres vehículos de alta gama por $ 1.300.000.
Contaba con distintos mecanismos para llevar a cabo las operaciones, la mayoría se hacía mediante boletos de compraventa (sin inscripción registral) y con la participación de Cristian Schiaroli, propietario de la concesionaria Automundo.
Otra modalidad utilizada era la de inscribir los automotores a nombre de terceros conservando autorizaciones para conducirlos, así Torres mantenía el control de sus capitales adquiridos con ingresos provenientes del narcotráfico, pero disimulaba el incremento desmedido e injustificado de su patrimonio. Entre estos “testaferros”, estaban Cristian Berti, Claudio Bossi, Schiaroli y su hijo Franco Soffli, entre otros.
Realizó importantes gastos y adquisiciones de bienes de uso de gran valor e inmuebles, muchas veces, mediante la intervención de personas allegadas, como es el caso de su ex pareja Verónica Collado o su madre Dorotea Sosa, quienes no cuentaban con capacidad económica para justificar sus erogaciones (En el caso de Verónica Collado, se pudo corroborar importantes gastos con tarjeta de crédito y otras adquisiciones).
Los bienes suntuosos y electrodomésticos secuestrados en los domicilios utilizados por Torres y su pareja Yamila Ledesma, son prueba de este exceso en los gastos.
Las propiedades
En el caso de los inmuebles utilizados por Torres, de la prueba surge que el de Laprida 1264, pertenecía a su madre; el de Ayacucho 3050 es de Bernardo Ghigo y el de Gaudard 2881 de Luis Barbora, es decir, ningunon registrado a su nombre. El complejo de cabañas “Los Lorenzos” en Alpa Corral, que Torres construyó, estaría registrado por Julio Argüello conforme surge de la factura de la Cooperativa Eléctrica secuestrada en el allanamiento en las cabañas.
Los bienes inmuebles con los que contaba Torres no necesariamente se registraban formalmente a su nombre, al contrario, un indicio evidente de maniobras de lavado de activos.
Su situación tributaria demuestra que sus ingresos declarados no podrían justificar las erogaciones y negocios que realizaba ya que se encontraba inscripto sólo en actividades de Servicios Personales y de alquiler de automotores, tampoco registraba trabajos en relación de dependencia.
Ochoa solicitó la extinción de la acción penal por fallecimiento, y ordenar el sobreseimiento del malogrado delincuente.
La bronca en Torres y un tal Coco
De uno de las escuchas realizadas entre el gremialista de Surrbac Samuel Mansilla y Claudio Torres se desprende
la “bronca” que había entre el fallecido y un tal Coco. (¿?)
En el diálogo Mansilla le comenta que el Coco le dijo
“tampoco me voy a regalar para que me maten a tiro”.
Mansilla.- Primo
Torres.-Primo.
M.- Hay un broncón bárbaro con vos wuacho .
T.- Si?
M.- Se…
T.- Qué paso?
M.- Jaja na ahí me llamo el Coco wuacho
T.- Si? Que te dijo?
M.- Nada dice que, que, que, que te pase el número
de él a vos, porque quiere hablar con vos, que él no tiene drama, pero vos le cruzaste la chata dice, yo no te quiero molestar dice, pero yo no tengo otro medio para hablar con el chabón dice, yo no sé con quién andaba por ahí, tampoco me voy a regalar para que me maten a tiro dice, pero yo… Qué se yo, me dio, me pidió tu número para que… No que yo te pase el número de él así vos lo llamas.
T.- Ah, aguantá que me termine de vestir y, y ahí te llamo.