Conozco dos bellas mujeres que me dieron el privilegio de acompañarlas en momentos tan maravillosos como deseados. Dos fuertes, luchadoras, deseantes y amorosas mujeres. Con dos años de diferencia, ambas dieron a luz a dos niñas a quienes llamaron Felicitas.
Tal vez por cuestiones del destino, o tal vez por mera casualidad, ellas eligieron para sus hijas amadas el mismo nombre y aunque no se conocen entre sí, yo las conozco a ambas y sé de sus luchas, de sus miedos, de sus deseos y de sus perseverancias, por eso es que conmovida, escribo estas líneas.
Felicitas tiene 2 años y los cachetes más maravillosos del mundo, cuando sonríe sus ojos parecen casi cerrados y no hay nada oscuro que pueda con esa inmensa energía. Ella sabe que fue deseada con la profundidad de las entrañas, con esa fuerza que una madre y un padre tienen cuando comparten un objetivo, sorteando obstáculos y sin bajar los brazos. Felicitas es un ser de luz, y no hay quien se resista a su encanto. Felicitas llegó para mostrar que la vida se abre camino cuando la esperanza es motor y parte.
Por su parte, Felicitas tiene menos de un mes de vida, y muestra fuerza y contundencia desde sus primeros días, es pequeña por fuera y una gigante por dentro, se abrió, también, camino hacia la vida sorteando junto a su mamá cada obstáculo y cada dificultad. La recibieron unos padres amorosos y un hermano mayor ansioso de dar el amor que lo desborda. Felicitas llenó de paciencia a la familia, calmó ansiedades y sana cada día heridas pasadas. Felicitas sana.
Felicitas significa felicidad… ¡por supuesto!, no podía ser de otra manera. Ambas irradian, dan y reciben amor y ternura. Ambas tienen por delante un camino de descubrimiento y transformación.
Amigos, tal vez se pregunten porque les cuento esto, y voy a decirles lo siguiente. Cuando me toca la bendición de ser testigo de cómo algunas personas transitan sus caminos más anhelados llenas coraje, de miedos, de esperanzas, de dificultades, de sueños, de impaciencias, de templanza, de vértigo, de alegría, de dudas y certezas, de entrega y de amor; me siento desbordada de una emoción que solo puedo poner en palabras como aquí lo hago.
Ambas mamás están aprendiendo cada día de sus Felicitas, y yo aprendo cada instante de la vida que como un cuadro se me muestra por delante. Cada persona me enseña cosas, sin embargo, estas hermosas mamás me regalaron un melodía que cual sinfonía encontró su última nota el día que la más pequeña de las Felicitas nació. Solo yo puedo escuchar ese sonido completo, porque soy el fusible entre ambas, y me siento tan privilegiada de ese testimonio que no podía no contarles.
Felicitas…ambas, son de esas niñas que lo cambian todo, cada niño lo es, sin embargo, hay niños que nacen sabiendo que su misión en la vida empezó desde el minuto cero de su existencia, que no les pesa, que no lo fuerzan, que acarician las almas de sus padres, de sus amados y llenan el mundo de esperanza y de la certeza que si el deseo es fuerte, ellas llegan.
Felicitas viene a VIVIR, porque con cada latido de su corazón el ruego de sus padres se hace tangible y real. Todo lo demás, llegará por añadidura, todo será lo que tenga que ser, porque el universo está en sus almas.
Gracias a la vida por haberme permitido caminar ese camino con ellas cuatro, y si algún día la vida las encuentra, seguro se reconocerán por la marca especialísima del sueño con el que fueron concebidas.
Una vez un maestro me contó una historia, la historia de un abuelo y su nieta que cruzaban juntos el desierto… Aquella niña, descubría y aprendía historias y secretos de aquel abuelo amoroso. Y un día, el abuelo le dijo
– “Dice un viejo cuento sufí que cuando un niño está en el vientre de su madre contiene en sí mismo todo el conocimiento del mundo. Sabe cuántas estrellas hay en el firmamento, cuántas gotas de agua contienen los océanos y cuántos granos de arena cubren todos los desiertos. Conoce los misterios del cielo y las estrellas, y conoce hasta la última letra de la Torah, los Vedas y el Corán. No hay misterio sobre la faz de la tierra que desconozca, ni misterio en el cielo o en el mar que no pueda resolver. Pero cuando está a punto de nacer, su ‘Ángel de la Guarda’ baja del cielo y colocando un dedo sobre sus labios sella todo su conocimiento dentro de él, y le susurra una sola palabra: “APRENDE”. Esto significa el huequito entre los labios y la nariz, el dedo de su ángel para olvidar lo que vimos allá.”
Felicitas…Felicitas no solo aprende, Felicitas SABE, ENSEÑA Y SANA.