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Inicio Columnistas Alejandra Elstein

He muerto

POR ALEJANDRA ELSTEIN, ESCRITA EL 9 DE JUNIO DE 2019

agosto 4, 2020
en Alejandra Elstein, Nota de tapa, Sin Tiempo
min de lectura5 min
Primeros pasos: Alejandra en la redacción de diario Puntal.

He muerto. Si está leyendo estas palabras es porque mi cuerpo ya no es más mi cuerpo y mi alma o mí espíritu o mi energía o lo que fuere andan por alguna dimensión que desconozco.

Cada vez que en un cuento o en una novela leía una frase de este tipo me provocaba una enorme desaprensión. El final era la muerte. Irremediable. Así el genial Gabriel García Márquez anunciaba en la primera línea de su Crónica de una muerte anunciada: “El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo”. Y el resto de la novela lo empiezas a querer a Santiago pensando que capaz no lo mataban nada, pero sí, lo mataban.
Lo primero que quiero decir es que la muerte ha llegado bajo mi

más férrea oposición. No quería morirme. No porque hubiese hecho poco en este trayecto sino porque sentía que todavía me quedaban mucha cosas por vivir. O por repetir. Nada extraordinario, o tal vez si, depende de cómo se mire. Estar con mi familia, ver un nuevo cuadro de Emilia, abrazar a Nina, apoyar a mi hijo en su sueño de un mundo mejor, sorprenderme con las reflexiones de Leticia. Caminar por el Parque, ver una película, abrir el cajón de mi mesa de luz, elegir un libro, tomar sol, bañarme, sentarme frente a la compu, reírme mucho, ir a votar, comer una mandarina y volver a reírme mucho.
Tuve una vida hermosa llena de tíos, seis primos, cuatro abuelos, una bisabuela, tres hermanas, tres amigas, dos yernos, una nieta y por supuesto, un hombre hermoso por dentro y por fuera que me mimó hasta el hartazgo.
No supe bordar ni coser pero siempre abrí la puerta para ir a jugar; tropecé como La farolera pero no me enamoré de un Coronel; no fui Cenicienta ni reina, no pude defender a nadie del Lobo y tuve muchos enanos que me cuidaron.
Fui feliz adentro y afuera de mi casa. Conocí gente increíblemente buena y bastante mala.
Me he sentido la peor y la mejor de todas. La más fea y la más linda, la más burra y la más genial.
He pasado noches llorando pero también he amanecido con más fuerza que antes. Me he frustrado, cansado, fracasado y vuelto a cansar.
Durante días he trabajado hasta 17 horas seguidas y sentí el placer de la tarea cumplida. Pero también me he encerrado algún fin de semana a pura pizza, Coca, tele y sexo hasta sentirlo en el último poro de mi piel.
Alguna vez me pegaron y me humillaron pero también me abrazaron y me besaron y me llenaron de palabras adorables que me reconfortaban el alma.
Odié mis piernas flacas hasta que me di cuenta que con ellas podía caminar y correr. No me gustó mi pelo hasta que quede pelada.
Me avergoncé de mi madre alcohólica hasta que nos reivindicamos y la entendí y la amé y la extrañé y me di cuenta que era la única que siempre me decía que, aunque yo no tuviese razón, ella estaba de mi lado.
Me esforcé en educar a mis hijos reprochándole que no fuesen como yo quería, hasta que empecé a aprender de ellos porque eran más sanos, más buenos y más nobles que yo.
Pasé frío, pero siempre hubo alguien que prendía una estufa o me acercaba la bolsa de agua caliente para reconfortarme.
Tuve la suerte de que alguien me tapara por la noche, de que mi esposo se pusiera a cocinar mientras yo redactaba alguna nota, de que algún profesor se ocupara en enseñarme, de que alguien me atendiera el teléfono, de que una amiga me invitara al cine, de que mi cuñada me prestara un libro, de que un conocido me viniera a visitar, de que alguien me llevara de viaje, de que alguien me eligiera para charlar un rato.
Me he refrescado con la manguera en el patio, en la Pelopincho y en la pileta del club Banda Norte o de algún hotel caribeño. Siempre pensé que no era importante el lugar sino la persona con la que estabas.
Me he ensuciado las manos con grasa y con masa, con barro y con sal, con tinta y con mocos.
No he pasado un solo día de mi vida sin comer o sin tener dónde dormir.
Me fui de mi casa paterna porque me ahogaba y volví porque quería recuperar aire.
Confíe y me desilusionaron. Confiaron en mí y los desilusioné.
Conté y me contaron secretos.
Tuve miedo y me protegieron. Tuvieron miedo y los protegí.
Me caí y me lastimé pero siempre había alguien que soplara mis heridas.
Me equivoqué y me corrigieron y me dieron otra oportunidad.
Me revolqué en las hojas del otoño, en la arena del río, en la cama de mi amado, en el pasto recién cortado, en un charco de lluvia.
Cuando era chica me rompía las rodillas jugando a la mancha en el barrio y me las volví a romper de grande jugando con Nina y José en el patio de sus casas.
Acompañé a mi papá y a mi mamá en sus últimos suspiros y mi familia me acompañó en los míos.
Vi el cielo estrellado de Alpa Corral, el sol de Cuba, la luna desde mi ventana, el viento desde la bicicleta, la tierra desde el colectivo, el tránsito desde la Plaza, el trigo desde el campo.
Hice chocitas y huecos simulando que era mi casa y después hicimos mi casa con huecos simulando que era una chocita.
He tenido una muñeca, un martillo, una bicicleta, un grabador, una taza de té, un par de zapatillas, una cajita musical, una mesa grande, un metegol, un chicle de tuti-fruti, una pelota de goma, una máquina de escribir, un mate, una radio, un reloj, un cepillo de dientes, una reposera, un cajón lleno de fotos, una biblioteca, un inodoro, una fiesta de cumpleaños y media docena de facturas.
He tenido lectores a quienes les gustaba lo que escribía y otros que alguna vez me dijeron mercenaria.
He gritado, pateado, puteado, bailado y cantado hasta quedar sin voz.
Me han gritado, pateado y puteado hasta quedar sin voz.
He dicho “mamá vení a tomarte unos mate” y me han dicho “mamá, vení a tomarte unos mates”.
Me hubiera gustado haber sido docente de adolescente, socióloga y cantante.
Me hubiera gustado hacer un gol sobre la hora y que me eligieran reina de la belleza.
Cuando creía que tenía un problema horrible me iba a dormir pensando como Escarlata O’Hara en Lo que el Viento se llevó: mañana será otro día.
Con limitadas capacidades intelectuales pude trabajar en lo que más me gustaba en la vida, el periodismo. Estuve en una redacción, en un acto de lanzamiento, en una villa, en una iglesia, en un barrio, en una cancha.
Me ha recorrido la adrenalina de una noticia poniéndome los pelos de punta, he envidiado a los que pueden contar historias mejores que yo y me he sentido una fracasada cuando no podía transmitir con palabras lo que me pasaba en la cabeza y en el corazón.
Lo peor que me pasó en la vida –y no por peor sino porque no podía saltear- fueron las matemáticas hasta que logré liberarme de los números.
Lamento no haber logrado creer fervientemente en Dios. Le rezaba, le agradecía, le pedía, le prendía velas, le hablaba, y sin embargo siempre tenía una fisura en mi fe.
Me duermo escuchando dos frases amorosas: “abela, vení a jugar conmigo” y “tía, vení a mi casa”.
Por todo eso no quería morirme.
Esta es la última crónica que publico informando sobre mi muerte.
A muy pesar mío, no voy a poder contarles lo que sigue.

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Comentarios 9

  1. nancy says:
    3 años atras

    me emocionas querida Ale leyéndote … desde donde estés, hoy quienes te leemos, seguimos sintiendo la Ale que no se guardo nada, que dice todo y de que manera!!
    ♡

    Responder
  2. Nora says:
    3 años atras

    Muy conmovedor pienso ¿abra temblado su mano ¿?sabiendo de su final ¿abra resbalado su última lágrima por su rostro …grande Alejandra nos quedarán estas preguntas y muchas más y un QUE PENA QUE MINAS ASI TENGAN QUE MARCHARSE no te conocí pero siempre te admiré desde este humilde lugar doy mil besos al CIELO y te dijo hasta pronto S E Ñ O R A

    Responder
  3. Luis Cerioni says:
    3 años atras

    Alejandra,estes donde estés se,que esto que te digo,lo vas a leer.Me ha emocionado hasta las lagrimas leer tu última nota. Siempre te admire como periodista,no sólo por tu brillante prosa,sino por tu honestidad intelectual,tus principios y tu respeto,condiciones todas ellas imprescindibles en un periodista de Ley.Es una lástima que en este momento que el país todo necesita periodistas como vos y con tu voz,te hayas ido.Me hubiera gustado que leyeras mi última novela:Siempre nos Quedará La Habana”, y recordar cada uno de los bonitos lugares que seguro recorriste en tu viaje a Cuba.Te mando un beso grandote y seguro que los tuyos,a partir de estos momentos ya cuentan con su Ángel de la Guarda que los proteja.

    Responder
  4. Eleonora Sticoni says:
    3 años atras

    A….ver ….Que puedo decir si sobrevivo al cáncer, que puedo decir que cuando fue a EMOS a dejar el semanario, le dije Ale ayúdame…hice un grupo se llama VUELOS, para acompañar a enfermos oncológicos y sus familiares…Hoy es un grupo de whatsapp y me contestó…seguirlo, lo mío es irreversible..a lo q le contesté fe Ale… y me dijo Eli…y me sacudió la cabeza…fue el 3 puñal q recibí, el 1 fue con mi mamá, luego con Andrea Boarini q partió y Ale… nunca nadie, ni mis hijos saben mis SENTIRES, dolores, llantos y la sonrisa de esta todo bien arremetemos… saben compre 2 botellitas 1 para mi hija y otra para mi…xq la felicidad engorda, el amor une y el Paso de plano causa dolor, es como q te golpea la puerta y Gracias a Díos sigue de largo, tengo 3 hijos 1 vive en el cielo y 2 son x ahí enfermeros, amigos, hijos de 20 Y 13,sus caritas hasta cansadas pero agradezco a la vida poder seguir la semana próxima DANDO la vuelta al sol de Maca , la venimos peleando desde el 2015, recuerdo a Ale con su papelito encontrándonos en el pasaje para chusmear las novedades políticas y seguir….
    A LOS hijos y nietos sólo se que los amaba infinitamente
    A su marido, compañero y amante su reconocimiento ..sólo eran palabras amorosas.
    En fin…el paso de vida me volvió a pegar al costado…sigo con VUELOS Y A ALE…VOLA LIBRE… GRACIAS X DARME ESE EMPUJON DE DEJAR DE EJERCER EL DERECHO ABRAZAR LA PSICOLOGIA SOCIAL, EL COACHING Y TERAPIAS HOLISTICAS.
    ME FALTO DECIRTE QUE TE AMO, ADMIRO, PERO QUIERO UN RATO MAS CON MIS HIJOS. ELI

    Responder
  5. Patricia Bionda says:
    3 años atras

    Descansa en paz Ale!!!!y que ojalá tu disfrute constante de la vida nos contagie!!!Hasta siempre!!!!Abrazo enorme a la flia!!!!

    Responder
  6. Alberto Héctor serena says:
    3 años atras

    Me pareció estupendo sin palabras como todo lo que escribía Ale siempre la seguí en sus escritos y me apasionaba

    Responder
  7. Mariano Rosales says:
    3 años atras

    Tan bello que duele,

    Responder
  8. Monica says:
    3 años atras

    Excelente despedida y su biografía me emociono, la voy a extrañar siempre me gustó todo lo que escribía y su transparencia siempre haciéndole frente a la vida. Una grande 😘Nos encontraremos algún día y seguiremos este relato , ❤️🙏🏼

    Responder
  9. Carlitos says:
    2 años atras

    Hola

    Responder

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