La cuarta revolución industrial, o revolución tecnológica, sienta las bases para la digitalización de la economía y de nuestra vida cotidiana, y pone al conjunto de la sociedad ante la posibilidad de discutir nuevos modos de producción y de distribución de la riqueza. ¿De qué manera influye y qué aporta el sector energético en esta discusión?
Otro Punto dialogó con José Pagliero, Ingeniero Mecánico graduado de la Universidad Nacional de Río Cuarto e Investigador del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología – OECYT, sobre la situación del sector energético en nuestro país y cómo impacta de manera concreta en los habitantes de Río Cuarto y la zona.
El 3 de junio YPF celebró su 100° aniversario ¿Qué significó para nuestro país la creación de una empresa estatal por parte del Gobierno de Hipólito Irigoyen en 1922?
Deberíamos ver un poco más atrás, el petróleo se empieza a producir a fines del 1800 y toma escala al principio de 1900. Se utilizaba principalmente como complemento al carbón como fuente energética principal. Más o menos en 1906 o 1907 se empieza a hablar de Argentina como un país con petróleo. Cuando asume Irigoyen se tensiona todo y el sistema petrolero ya estaba en tensión por el capital extranjero. En 1918 envía el proyecto para la creación de YPF al Congreso, no lo aprueban, y termina generando la Administración de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. En el 22 por un decreto en respuesta a la crisis energética que estaba llevando adelante el país crea la empresa.
En estos 100 años de historia ¿cuál fue el recorrido que tuvo la empresa en relación a la producción del sector energético?
Luego de Irigoyen, Alvear pone al frente de YPF a Mosconi, un referente de la industria petrolera argentina, fue el primero que llevó adelante un Plan Integral para combatir los capitales extranjeros que ya tenían desarrollo anterior y capacidades acumuladas, además de económicas. El Plan Integral se trataba de explorar, procesar, tener surtidores y vender el combustible. Que todo lo haga la empresa estatal de bandera. Eso lo lleva adelante Mosconi por siete años, durante los gobiernos de Alvear y una parte de Irigoyen, pero con el golpe se van. Ahí empiezan los traspiés de la vida de YPF.
Cuando asumen los militares dicen que el petróleo es un problema que va a solucionar el gobierno que viene y entran en un atraso del desarrollo en la empresa petrolera estatal, que sí vienen avanza va en pasos muy lentos, frenan todo lo que es exploración. En el medio también se encuentran los conflictos bélicos de la II Guerra, que eso complejiza el desarrollo porque se priorizan otras cosas.
Recién se reactiva con el peronismo, que es el auge del petróleo. Luego de la crisis del 30, una crisis del sistema bursátil en Estados Unidos que llevó a un quiebre general, obliga a que se dé la segunda transición energética. Ahí se da el salto del carbón al petróleo como fuente energética. En esta época peronista se retoma todo el desarrollo junto a la industrialización del país, para lo cual primero necesitas energía así sea una manufacturera de las más simples. Cuanto más tecnologizado, más energía se necesita. En este contexto YPF vuelve a tomar vuelo retomando a Mosconi.
Ya después de nuevo dictaduras y decadencia. En los 70 hay una apertura económica muy grande y aun así YPF se queda sin inversiones. Avanzan mucho las petroleras internacionales. Funcionan los capitales trasnacionales que podían mover grandes volúmenes de dinero en desvelo de las empresas locales que no tenían esa capacidad. Luego viene los 90 que le dan el golpe de gracia, no sólo porque se privatiza sino porque se lo vende a una empresa extranjera ni siquiera nacional.
¿Qué posibilidades trajo a nuestro país el haber recuperado la estatización de YPF en el año 2012?
La estatización es muy importante, y viene alineada con la soberanía hidrocarburífera que se plantea en el 2019. Para trabajar sobre esa soberanía necesitábamos recuperar la empresa de bandera. Hay que recordar que en el 2011 y 2012 había muchas pujas porque las industrias petroleras, sobre todo YPF que está construida desde REPSOL una empresa española, tiene mayoría accionaria fuera del país por lo que hubo una fuga de divisas importantes. La mayoría de las ganancias estaban afuera, muchos dólares se iban del país.
Más allá de este movimiento económico había una complicación terrible para conseguir combustible, filas largas en las estaciones de servicio, y esto era constante. Cada vez que los empresarios querían aumento de precios vaciaban los surtidores como estrategia. Controlaban indirectamente los precios haciendo destrozos en la dinámica de oferta y demanda. Al tener todo en su poder era más fácil hacer uso de esta opresión generando escasez para aumentar.
El gran valor de YPF es ese. Saca de la encrucijada porque bien sabemos que el precio del combustible es una variable importante en el valor de la inflación. Todo el flete que se utiliza en Argentina es como el 90% terrestre por lo que necesitas sí o sí combustible para lo que sea. Además, tenemos una alta tasa de generación de energía eléctrica quemando combustibles fósiles. Había en el país una reactivación industrial muy grande, veníamos de los 90 donde no se fabricaba nada acá. En esa reactivación se necesitaba energía y las formas más cercanas de producir energía son las centrales térmicas para lo que necesitábamos hidrocarburos.
Esto complejizó la estructura de distribución, había una empresa de bandera que podía hacer contrapeso en la regulación. Acomoda el desequilibrio en el ámbito de los combustibles fósiles. Falta un montón por hacer. El autoabastecimiento es casi un anhelo. No es fácil alcanzarlo. El desarrollo de Vaca Muerta es un punto importante en la empresa de bandera local para la extracción de petróleo y gas no convencionales.
¿YPF es solo petróleo?
No, hoy YPF es la diversificación dentro del sector energético. Hoy es un conglomerado gigantesco, uno sólo se imagina una estación de servicio. Está YPF Agro que genera fertilizantes nitrogenados a base de petróleo; está YPF Luz con todo el desarrollo de energías renovables; está YTEC que es un desarrollo entre YPF y Conicet para investigar puntos de trabajo sobre la transición energética; y hace poco se generó YPF Litio que es la rama que pretende encargarse del desarrollo completo de la extracción del litio en el norte del país. Todo esto puede garantizar accesibilidad. Acá la energía es un bien común, no es un servicio. Debería ser un bien social y debería estar así plasmado.
¿Por qué se dice que estamos atravesando una transición energética?
El sistema nos encuentra en una nueva transición en donde necesita cambiar. Ha llegado a un punto en el que no puede explotar más los recursos. La actual digitalización de la economía y de la vida cotidiana, hoy necesita de mucha energía, más allá de lo cotidiano como los celulares, incluso las empresas se encuentran mediadas por pantallas y una gran nube de información. Si a toda esa energía la obtenemos de la quema de combustibles fósiles colaboramos con la producción de gases que generan efecto invernadero y acortan la vida del planeta. Es necesaria la transición energética.
Con este discurso que parece tan progresista nos están llevando a un cambio que va a resultar con muchas más personas fuera del sistema, mucha más acumulación en unos pocos, si no la discutimos. Quieren llegar a emisiones cero para el 2050 y no plantean el cómo vamos a llegar. Nadie cuestiona esto, pero todos vemos como Tesla nos vende un auto eléctrico. Aplaudimos algo que no alcanzamos porque no hay condiciones dadas en el 99% de la población para tener ese vehículo.
Para generar las cantidades de paneles solares o molinos eólicos que hacen faltan para garantizar la transición energética, necesitamos un desarrollo que aún no tenemos. Y para avanzar en este sentido vamos a tener que hacer una megaminería monstruosa porque necesitamos ciertos minerales que aún están en el suelo. Todo el acero, todo el aluminio, todo el platino, todo el paladio, todo el litio, todo el oro. Un montón de materiales que para extraerlo necesitamos destruir todo el suelo. Es una discusión muy grande. Nos plantean una panacea de emisiones ceros, a la que realmente nadie se opone, pero no nos dicen cómo vamos a llegar a eso y cuando lleguemos cómo queremos que sea.
¿Cómo podemos empezar a participar en este tipo de discusiones?
Lo que tenemos que hacer es llegar con estas discusiones a todos los lugares hasta lograr la organización popular suficiente como para tensionar esas decisiones y utilizar las herramientas que tenemos. Cuando hay un gobierno afín a políticas populares o de corte progresista, como los que hubo durante la Década Ganada en toda América Latina, y generamos esas condiciones seguramente llegaremos también a buen puerto. Sí no utilizamos la empresa estatal como herramienta para tensionar esto, no va a suceder. Mientras tanto, quienes hoy tienen el poder y necesitan seguir acumulando van a tensionar la discusión hacia su lado. Va a ganar el que más tensione.
Hace un tiempo atrás cuando hicimos el análisis de la crisis del petróleo nos planteábamos dos escenarios: uno el del oro negro, que ganaba el establishment petrolero; y el otro de panorama verde, con una transición energética en donde ganan los capitales privados que lo promueven. En este conflicto de intereses no está el interés del pueblo. La primera tarea es entonces empezar a pensar el plan del pueblo y para eso es necesario dar estas discusiones. No podemos generar conciencia sobre el uso racional de energía con un tarifazo porque lo único que se logra es excluir a la gente. Dejar de acceder no genera conciencia de consumo, sólo quita la posibilidad de acceder.
¿Cuál es la situación del sector energético actualmente en nuestro país?
Argentina como país tiene mucho potencial, tiene mucho desarrollo tecnológico y una historia de 100 años con una empresa de bandera, más allá de los vaivenes y todos los tropiezos. Estos son 100 años de acumulación del conocimiento, y en los últimos 20 se ha diversificado y ampliado mucho. Argentina tiene gas para transicionar energéticamente. El combustible vector de la transición es el gas porque es el que menos emisiones genera. Pero para ello se necesita todo un cambio extractivista. Hay que discutir cómo se resuelve la transición energética de la forma menos dañina para las mayorías.
Argentina tiene litio y forma parte del Triángulo del Litio junto con Chile y Bolivia. En Bolivia dan un golpe de Estado por tener un mineral estratégico, donde hasta Elon Musk, dueño de Tesla, dijo públicamente que “al que haya que voltear, lo iban a voltear”. Si queremos dar estos cambios tenemos que estar preparados y siempre pensando en sistemas en favor de las grandes mayorías, que sean más asequibles no más excluyentes. Argentina tiene un panorama muy interesante, con alianzas muy importantes en Latinoamérica. Esto es muy evidente en el caso Rusia-Ucrania donde lo primero que se discutía era que Rusia proveía de petróleo a toda Europa. Llegaron incluso a sentarse con Venezuela después de 15 años de bloqueo. Ellos resuelven sus problemas cuando se tocan los intereses económicos, entonces nosotros tenemos que dejarnos de cosas banales y discutir un sistema que nos incluya a todos. Ellos cuando tienen una complicación resuelven y avanzan, nosotros tenemos que hacer lo mismo.
¿Y cuál es la situación energética en nuestra ciudad y región?
Al tener Argentina un buen avance, así ya sea un buen inicio, en biocombustibles, hay políticas que se llevaron adelante y se han fijado metas de emisión de energías limpias. Por esto se han financiado proyectos, que particularmente en nuestra zona, han generado gran impacto, siendo uno de ellos Bio 4. En Bio 4 se produce bioetanol a partir del maíz que se usa para cortar los combustibles y así bajar la incidencia fósil en las emisiones. Es un gran trabajo y me parece un muy buen inicio. Los biocombustibles son una opción que tenemos los países que históricamente hemos estado en la periferia. Bio 4 tiene una gran producción, forman parte de un grupo empresario vinculado al agro con el objetivo de darle valor agregado al grano que producen. Hasta con los residuos de la producción de bioetanol lo meten dentro de digestores que producen gas, que se queman para generar electricidad. No es una gran generación eléctrica, pero de ahí a no generarlos pensamos que es muy positivo. Es energía limpia.
Luego acá tenemos una Central Térmica, que claramente también nos hace falta. Funciona a gas, dentro de todo es menos dañino que quemar combustible y va a ser muy útil para la transición. Y también está el Parque Eólico de Achiras que genera algo así como 45 megas de energía intermitente. Que es algo que tenemos que tener en cuenta en nuestra región donde, por ejemplo, no hay viento las 24 horas del día. Lo mismo pasa con la energía solar, tenemos rangos y épocas del año. Deberíamos poder almacenarla o distribuirla de manera optimizada.
Lo importante de los desarrollos locales es que, por ejemplo, el Parque de Achiras es todo desarrollo comprado afuera. Los aerogeneradores son importados, aun habiendo empresas en Mendoza e incluso locales que producen con éxito instalaciones de pequeña envergadura dando soluciones a sectores que se dedican a eso y que lo han solicitado. Hay experiencia local para asentarse y avanzar. No es poco.
¿Cómo crees que debería ser la participación de la comunidad en este sentido que venimos conversando?
La energía siempre ha sido un tema medio tabú y preparado para que lo discutan solamente científicos. Hoy la realidad es que eso cambió, la estructura lo hizo cambiar. Hoy la energía es un bien social. No podemos plantearnos una vida que nos deje excluidos del uso de la energía. Tenemos que poder discutir cómo un trabajador, incluso con trabajo formal, hoy en día es pobre. Esto es una situación que se da no sólo en Argentina, sino que no estamos aislados, se da en todo el mundo. Estamos quedando excluidos de este sistema que nosotros queremos que sea más asequible. El sector energético no queda exento.
Ya hay casos de parques de paneles solares que requieren muchísimo mantenimiento y esas tareas de diagnosticar paneles las hace un robot con tecnología infrarroja. Y como este ejemplo hay mil. Los trabajadores vamos a ir quedando afuera. El proceso de industrialización tiene que estar en discusión. Muchos procesos, como el de Bio 4, tienen un buen número de empleados sobre todo para un proyecto regional.
Hay que romper esos tabú, hoy en día son vistos como algo alejado de los trabajadores cuando la realidad es todo lo contrario. Es a partir de la organización de trabajadores donde se pueden empezar a discutir lo que se produce, sí produce energía eléctrica hay que discutir sobre esto, entrar en contacto con lo que se trabaja todos los días. Los sectores trabajadores han pagado muy caro comprender qué se produce y quién se queda con lo que se produce. Nos parece que hay que dar vuelta la taba ahí, es un trabajo de hormiga que lo estamos haciendo, y no nos frustra por más que sea muy complejo.