“But it’s alright, Ma, it’s life, and life only.”
Bob Dylan
Esta es una película que tranquilamente salía mal. Estratégicamente inviable. Aunque seductora. ¿Por qué? Porque su director, Richard Linklater (Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes del anochecer) la piensa para rodar a lo largo de 12 años. 39 días de rodaje en 12 años. La película cuenta una historia sobre personajes que cambian a lo largo del tiempo, pero también la de las personas que interpretan a esos personajes y el modo en que ese guión se adapta a los cambios de la vida “real”. Podemos discutir el límite de lo real pero eso es para otro momento.
El film habla del amor de familia. De la dinámica de amor en la familia. Padres jóvenes separados. Él es el clásico free spirit y ella una mujer joven que quiere terminar sus estudios para poder darle una mejor vida a sus hijos. Sus hijos son dos. Una chica y un chico que se llama Mason. La perspectiva de la película está sobre los ojos de Mason. Así empieza, una toma desde el cielo a los ojos de este niño mirando y de fondo suena Yellow de Coldplay. Un niño tratando de entender el mundo de los adultos, pero a medida que pasa el tiempo de la historia (y en este caso del relato también) él va formando parte de ese mundo.
El tiempo es el eje. ¿Vieron que hay gente que parece que tuviera otra percepción del tiempo? Gente a la que le gusta hacer cosas que llevan mucho tiempo pero que podrían ser evitables. Por ejemplo: hacer dulce casero en vez de comprar un dulce casero o quienes le sacan la piel a las uvas antes de comerlas. Bueno, Linklater se va a detener sobre los tiempos sin importancia de la vida cotidiana. Los momentos que como dice el título de la película hacen a la vida en sí. Decide mostrar el estar de los personajes: jugando al dígalo con mímica, caminatas por el bosque, la pesca, una parte de una clase de psicología o la pelea de madre e hija.
La relación entre el tiempo y los vínculos es de alguna manera optimista para el director, si bien se modifica el paisaje, las personas van cambiando aunque no tanto como para ser irreconocibles (nadie puede ser lo que no es). El tiempo acomoda, no desgasta. Por supuesto que hay una fila de directores que piensan lo contrario, como Gaspar Noé que empieza Irreversible diciendo: el tiempo lo destruye todo.
¿Qué es entonces lo que genera el tiempo? ¿Es que nos vamos adormeciendo y comenzamos a adaptarnos a las ciudades, las personas, las relaciones y eso nos hace ver muy calmados? ¿Es que la conciencia del paso del tiempo puede ser también cariño al lugar destruido? ¿Será que el tiempo en verdad está después?
Una de las escenas más significativas de la película es en la que Mason y su papá están tirados en el sillón por dormir. Un breve silencio como el que aparece en esos momentos en que alguien te va a contar algo que no queres escuchar y Mason pregunta:
– Papá ¿En realidad no hay magia en el mundo verdad?
– ¿Cómo magia?
– Claro, como duendes y esas cosas.
– ¿Qué te hace pensar que los duendes son más mágicos que una ballena? ¿Qué tal si te contara que debajo del mar vive un mamífero gigante que canta canciones? Te parecería mágico, ¿o no?
– Si… pero entonces en este momento, ¿no hay duendes?
– … no, técnicamente no.
El padre no le quiere mentir, de verdad quiere encontrar una respuesta pero se da cuenta en ese momento que hay un quiebre. Su hijo crece. Comienza a entender que la magia no existe, pero que hay cosas que se deciden creer. Bob Dylan custodia la charla: “sabes demasiado pronto que no tiene sentido tratar de entenderlo”.