-Cuando avanzó la pandemia de coronavirus se podía predecir que íbamos a tener grandes consecuencias, que no íbamos a salir indemnes de lo que significó el miedo, el miedo a morirse, el encierro, para todas las edades.
Todas las edades, aunque algunas la han sufrido más que otras, pero en general todas las edades. Hace 20 años que estoy en la salud mental y he visto mucho, mucho sufrimiento. Y todo eso ha aumentado. A ver, la estadística sería que, si antes un trastorno de salud mental se daba en una de cada cuatro personas, con la pandemia podemos decir que ahora es una cada dos. Que tiene algo de la salud mental, o depresión, o ansiedad, o consumo u otras patologías.
-¿La mitad de la población?
Si, después de la pandemia se agudizaron los problemas mentales, pero para no estigmatizar, hablemos de adicciones, si hablamos de adicción y no hablamos de salud mental, si la adicción forma parte de la salud mental o de la enfermedad mental que puesta como enfermedad mental suena como más pesado. Pero en realidad la enfermedad mental tiene que ver con que lo que se enferma son los pensamientos, son las emociones, son los comportamientos. Entonces, hablando desde enfermedad mental, ya no se habla más de adicciones como algo monovalente. Entonces, se habla de patología dual, ¿por qué? Porque son dos cosas. Es decir, hay adicciones y las adicciones como la punta del iceberg, pero abajo de lo que se ve, algo te llevó a eso. El bloque de hielo es mucho más grande. Entonces esto es patología dual, es adicciones. ¿Qué es lo que es? Las adicciones entran dentro de un gran capítulo en salud mental que se llama impulsividad. Dentro de ese capítulo tenemos a las adicciones como una enfermedad, pero también existen otros trastornos como el trastorno obsesivo compulsivo que está dentro de la impulsividad o la compulsividad.
La impulsividad es no poder frenar el inicio de una acción y la compulsividad es no poder frenar el terminar esa acción. Cosas que se dan en las adicciones.
No puede frenar el terminar una acción. Por ejemplo, un adicto que logró llegar a tomar solo un vaso y no se puede tomar uno solo, se toma diez si y no puede frenar, no tiene el freno de mano. El cigarrillo igual. Te fumas 20 ¿por qué? Porque en realidad no lo puede frenar por una cuestión compulsiva, no puedo frenar el terminar un acto. La impulsividad no puede frenar el inicio de un acto. Esto no me lo voy a tomar al vaso de cerveza, por ejemplo, o a un porro, o al tabaco o lo que fuera. Esa es la impulsividad.
-Porque para la sociedad las adicciones son un problema de la voluntad, solamente quiere, lo quiere y se emiten muchos juicios de valor sobre las adicciones. Millones de veces se dice ´si vos querés dejar de fumar, es cuestión que te decidas vos a dejar de fumar´.
Error. Mito. No es así que tienen que verse las adicciones. Dentro de una ciencia que no es exacta, como la medicina y la psicología, las adicciones, es lo más exacto dentro de lo que sería la biología. Pensémoslo así, comparemos el deseo de consumir una sustancia con el deseo de comer cuando uno tiene hambre. Si uno no come, ¿se le va el hambre? No, bien, eso se llama apetito o deseo. Una persona adicta tiene apetito, deseo, igual que la persona normal, a comer unas cuantas veces al día. El adicto tiene apetito, deseo por la sustancia en cuestión. Entonces, cuando tiene hambre, eso se llama craving. En inglés, es el deseo irrefrenable de consumir. Existe esa definición, el paciente no puede elegir no consumir la sustancia. Como el que tiene hambre no puede elegir no comer cuando tiene hambre. Entonces ahí está la impulsividad, no poder controlar este deseo, este apetito, en este caso por una sustancia.
Ahora, cuando hablamos de adicción, no hablamos de adicciones, solamente de una sustancia, yo no conozco ningún paciente adicto puro. Es decir, siempre hay dos cosas o más. Digo esto de la impulsividad.
La adicción, viene del prefijo a-dicción. Es no hablar, es no poder expresarse, no poder comunicar. Lo no dicho se transforma en algún síntoma en el cuerpo, como ansiedad, angustia, vacío, aburrimiento. Y ahí vienen las adicciones. Aquí vienen las adicciones a aliviar el sufrimiento, a tapar el dolor. Muchas veces las adicciones son una forma de automedicación, que es peor el remedio que la enfermedad. ¿Se entiende?
Se cree que a veces la adicción solamente es consumir una sustancia. Y no es así. Son varias.
Hay una adicción a veces al trabajo. Hay una adicción a veces a una persona. Se llama dependencia emocional o dependencia afectiva. Todas las personas que consumen una sustancia, abajo tienen dependencia afectiva por carencias. En las adicciones se prejuzga mucho el paciente. Por qué hace lo que quiere, por qué no hace caso, y en realidad el paciente hace lo que puede. Por déficit, son pacientes que tienen autoestima baja, son pacientes que se sienten menos. Y encima la sociedad ha sido muy invalidante con esta enfermedad.
-Siempre se han señalado con el dedo como las adicciones más grosas, drogones, faloperos, etc. mientras que lo que son el cigarrillo, el alcohol, son más permitidos socialmente.
Porque son legales. Está socializado, está legalizado, pero créeme que el alcohol es la peor de todas.
-¿Notó un aumento con el tema de la pandemia?.
Totalmente. Un 50% más. Es decir, todas las sustancias. Pero hablemos del alcohol y del tabaco. Todos los que habían dejado de fumar, el 50% volvió a fumar. Por ejemplo, en pandemia. Y los que estaban recuperándose de otra rehabilitación tuvieron recaídas. Algunos más jodida, otras no, muchos necesitan internación, otros no, pero prácticamente todo lo que es depresión, trastornos de ansiedad y adicciones se elevaron post pandemia en un 50% más o menos.
¿En todas las edades?
La estadística es en todas las edades, en todas las edades. En pandemia no podíamos salir a comer una pizza, a tomar una cerveza y a veces ni si quiera hablamos de la adicción más heavy ¿Entonces qué hacíamos?. Nos tomábamos una cerveza en casa y a veces, si antes lo hacía una vez por semana, estando en tu casa, no pudiendo salir, lo empezaste a hacer dos o tres veces o más. Aumentó la frecuencia, eso pasó.
Esto le ha pasado a la mayoría de las personas. Por lo menos el 50%. Se aumentó en todas las edades, pero de todas las edades. Ahora en los adolescentes, empezando por los 14 años aproximadamente.
¿Tomaban estando encerrado con los padres?
Si, claro, ¿y las clandestinas? No estaban tan encerrados. Y eso que yo no estaba de acuerdo con tanto encierro. Pero las clandestinas fueron lo que fueron. Y con mucho menos control. Porque en algún lugar que este habilitado mal que mal hay algún control. Pero en las clandestinas no tenían ningún tipo de control. Y la compulsividad en los adolescentes está siendo un problema, siempre lo fue porque el adolescente no tiene tanto freno como el adulto pero bueno, la pandemia ha dejado su huella en el consumo por parte de los adolescentes.
-¿Usted cómo se entera de todo esto? La gente viene por su propia voluntad, lo trae algún familiar…
Todo, a mi me llega de todo. Algunos vienen por su propia voluntad, otros porque los traen sus familiares, al adolescente lo trae la familia si o si, la mamá o el papá.
¿Alcohólicos ya?
La palabra alcohólicos ya no tiene el mismo significado que antes. No existen las adicciones puras. Los chicos empiezan con la puerta de entrada que es el alcohol, pero hoy por hoy hay drogas de diseño, hay una cantidad de drogas que con nuestra edad, antes no existían. Ahora existen el MD, el éxtasis, el LCD, el micropunto, la marihuana, el alcohol, el tabaco. Los chicos muchas veces consumen cinco o seis drogas en una noche. Y el alcohol siempre está, para bajar, el que toma cocaína baja con alcohol. Entonces casi no existe el cocainómano puro. De diez pacientes, dos te dicen ´yo tomo cocaína y me aguanto la dureza´.
Si no, bajan con clonazepam, con alprazolam, con alcohol o con marihuana. Bajan la dureza pero cuando te querés acordar el que toma cocaína, también toma alcohol, marihuana y tabaco. Ahí ya tenés cuatro. Son poli adicciones. Y esto es lo que se ve. Antes vos veías el alcohólico, el cocainómano, en cambio ahora hay una asociación de sustancias. Y, desde nuestra experiencia, el paciente adicto cuando deja de consumir sustancias, empieza a consumir personas. Estas personas son los familiares, nosotros que estamos en los equipos de salud que estamos entrenados para que nos consuman con un modelo lo más saludable posible. Y hemos armado ahora en la región un centro terapéutico de patologías, que es el PAID, un programa de asistencia integral para la patología dual y la droga dependencia. Dual se refiere a las adicciones y lo que está debajo: adicciones y depresión, adicciones y ansiedad, adicciones y trastorno bipolar, adicciones y trastorno de personalidad. Todo paciente adicto no tiene una sola adicción, por lo general tiene un cuadro de su personalidad que tiene que ver con esta dependencia afectiva que se llama trastorno de la personalidad. Un poco para entender que no hay que ir no solo por la conducta adictiva porque si no, no estamos atendiendo una enfermedad de salud mental que puede ser depresión. Han aumentado en pandemia y en post pandemia los intentos de suicidio y los suicidios consumados.
-Estuve leyendo que en las guardias de hospitales de Buenos Aires tienen todos los días ingresos de pacientes con intentos de suicidio, en su mayoría personas jóvenes.
Nosotros también, acá en la Clínica Philippe Pinel nos dedicamos a eso y básicamente post pandemia todo lo que es depresión, ideación o intentos de suicidio también aumentó por lo menos un 50%. Es decir, prácticamente en pandemia eso era lo único que veíamos: depresión con intentos de suicidio, diferentes formas de intento de suicidio. Depende del género y depende de la edad. Por lo general las mujeres lo más común es que lo hagan tomando medicación. El varón se va a métodos más cruentos, más infalibles como el ahorcamiento. En las mujeres se ven más las auto lesiones, los cortes, estadísticamente se ve más. Los hombres van directamente, por ejemplo, a un ahorcamiento. La mujer va haciendo un par de intentos antes, el varón es a la primera. Eso es lo que muestra nuestra estadística. La mujer es como que te va alertando. El varón no te da tanta información. Entiendo, desde mi experiencia, que es cultural. La mujer acude más a la consulta, sola. El hombre viene porque lo traen. La mujer toma más conciencia de la salud mental. Al hombre, culturalmente le han enseñado ´dale, aguantá, si vas al psiquiatra o al psicólogo sos débil´. Todavía existe eso de que ´no creo en el psiquiatra´, como si esto fuera una cuestión de creencia religiosa y esto es ciencia, neurociencia, biología, somos química también. Ha avanzado mucho la neurociencia y hoy tenemos un arsenal terapéutico que antes no teníamos.
La verdad que las hormonas que indicamos, que son antidepresivos, para ataques de pánico, la verdad que producen un mejoramiento de la calidad de vida porque vivir con pánico, con miedo, inseguridad o ansiedad…
¿Qué hormona?
La serotonina, es una hormona es un neurotransmisor. La adrenalina es una hormona que también es un neurotransmisor. La dopamina, que es la hormona de la felicidad. Vos estás medicando sobre la hormona del estrés, no rumiás tanto, no pensás tanto, no te comés la cabeza. Los pensamientos tienen un efecto muy pegajoso. Uno a veces está ahí y los mastica, los traga. Esto se llama la rumiación cognitiva y estos medicamentos, yo le explico a los pacientes, tienen un efecto teflón, anti adherente. Te ayuda mucho. Es calidad de vida. Porque son enfermedades invisibles, y alrededor tuyo no saben qué hacer porque no lo ven. A un paciente deprimido muchas veces, me he cansado de verlo en las consultas, no solo tiene el ánimo bajo, tiene el apetito bajo, la concentración baja, la memoria baja, la voluntad baja, no tiene energía, entonces se tira a una cama. ¿Y qué le dice el familiar? ´Dale, levántate, ponete las pilas´. Entiendo que lo hacen para motivar pero encima te invalidan porque te dicen ´poné voluntad´. Pero si no la tengo. La depresión es una enfermedad de la voluntad. Al paciente adicto y al paciente de salud mental lo invalidan. Nosotros como sistema de salud tenemos que acoger a estos pacientes y motivarlos y validarlos y darles lugar y reforzar y poner límites desde un amor responsable.
-Es difícil hacerle entender eso a la sociedad, a los familiares
Y a los mismos pacientes también.
-Ahora, doctor, quien más, quien menos, hoy en día se toma una pepa. Estuvo en discusión en las últimas semanas la falta de Rivotril, que en realidad tiene que ver con un cambio de laboratorio, no es que falte el clonazepam porque hay muchas otras marcas que si se están vendiendo.
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-No es que falta, pero todo el mundo se toma algo…
No generalicemos, te diría que uno cada dos.
-¿Antes de la pandemia no era así?
No, antes no era así. Después de la pandemia vino una ola que nosotros decíamos ´ya se va a venir la cuarta o la quinta ola, ya vamos a ver la ola que viene en salud mental´ y se vino una ola terrible. Mirá, por aire, por tierra, por videollamada, por teléfono, por whatsapp, y con todo esto de la globalización y la mensajería instantánea el teléfono no para. Yo siempre trabajé mucho pero si quisiera trabajar más, podría trabajar el doble, pero no tengo más horas en el día. Habla de una demanda que está palpable, no solo por los efectos de la pandemia sino también por cuestiones ambientales, socioeconómicas, la inflación, la Argentina es un país estresado y estresante. No te da previsión.
-¿Y cuáles pueden ser las válvulas de escape?
Lo recomendamos mucho, sobre todo la actividad física.
-¿Y si no tenés voluntad, cómo hacés?
Bueno, para eso estamos los psiquiatras, se dan antidepresivos, se dan terapias individuales focalizadas en la motivación, en un sistema que tenemos acá en la frente que se llama Sistema de Recompensa Cerebral: lo que nos interesa, lo que nos gusta. Es decir, tratamos de que el tratamiento sea individualizado. La oxigenación del cerebro es básica para que funcione aceitadamente. Nosotros tenemos una Fundación con un futbolista muy conocido, Claudio “El Turco” García, damos charlas por todo el país, hace muchos años que trabajamos juntos. El hace 10 años que no consume y consumía mucho. Por eso él viene y se da una vuelta por acá por la clínica, va a la fundación, habla con los pacientes, es un ejemplo vivo y de un famoso de que se puede salir de una adicción.
-¿Qué pasa con los pobres y su salud mental? ¿Llegan al consultorio?
En realidad, se ha armado un buen sistema con el centro RAC, a cargo del director de adicciones de la provincia. Hay centros ambulatorios, de terapias grupales y de terapias individuales pero eso no alcanza. Hay muy pocos recursos públicos para internación, casi nada. No hay. En Río Cuarto no hay. Nazareth cerró y ahora abrieron otro creo que cerca de Villa María, pero es el único centro en todo el sur de Córdoba. Hace falta mucha inversión en el sector de la salud. En estas instituciones no hay ningún tipo de aparatología, solo somos el recurso humano. Está muy devaluada la salud en general.
-Concretamente, ¿en qué estado llegan los pacientes a la internación?
Acá trabajamos con pacientes de todo tipo, tenemos depresión, demencia, trastornos bipolares. Nosotros trabajamos con el trastorno mental severo, a mi me llega el paciente que corre riesgos, para sí mismo y para terceros. Acá trabajamos con el suicidio, con la agresividad y con la impulsividad. Y vienen cada vez más. Y las condiciones en que llegan son graves. Se llama TMS, trastorno mental severo.
Y en las adicciones se afecta el lóbulo frontal igual que en la demencia. Todo el sistema de recompensa cerebral, que es donde están los receptores de la hormona del placer, la dopamina, está en el lóbulo frontal. Con las adicciones “estrujás” las neuronas, por decirlo de alguna manera, liberás toda la dopamina y te quedás sin dopamina, vos te quedás sin freno frontal. De hecho a las adicciones se las llama la enfermedad de la neandertalización, del hombre de Neandertal, vos vas involucionando, sobre todo en los pacientes que consumen mucha cocaína. Van para atrás en la escala evolutiva. Se podan las neuronas. Y ahí viene la impulsividad, ¿por qué no pueden parar de consumir? Porque no tienen freno. ¿Y por qué no tienen freno? Por el daño que genera la sustancia. Ahora, con tratamiento, con actividad física, con una buena medicación, se puede salir adelante. Había un mito que decía que las neuronas no se regeneraban. Se recuperan. El cerebro hace como unas colectoras y viene una primavera neuronal que es lo que se produce con los tratamientos, recuperar la red neuronal que se podó. Eso es biología pura. Entonces no es que el paciente no quiere, no puede, no tiene estas conexiones. Esperemos que las tengan y los pacientes andan bien cuando hacen un tratamiento y se empiezan a limpiar y alrededor de los 3 o 4 meses el paciente comienza a recuperar todas las funciones que tienen que ver con el lóbulo de la socialización.
-Y a partir de todo lo que está ocurriendo a raíz de los efectos de la pandemia en la salud mental de la población, ¿cuál es el panorama que tendremos de aquí en adelante?
La sociedad está muy complicada pero la neurociencia ha avanzado mucho en cuanto a herramientas terapéuticas, psicológicas, químicas. Soy bastante optimista en esto de que ha avanzado tanto la ciencia que podemos acompañar desde otro lado y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes. A mi me gratifica mucho porque cuando las cosas andan bien uno salva vidas. Y hoy ya no se trabaja solo, hay equipos multidisciplinarios que están muy comprometidos.
-¿Y cuál es el rol del entorno del paciente?
Se trabaja con el afecto, con el entorno del paciente. No se sale solo. Los pacientes se sienten muy solos, muy invalidados por la sociedad, entonces hay que darles afecto, pero no mimos, afecto es atención. Hay que escucharlos, prestarles atención. No es castigarlos. Hay que reforzarlos, que ellos puedan entender que la vida puede ser vivida sin anestesia, sin drogas. El paciente que empieza a sentir, a vivir sin drogas, hace un cambio realmente importante.
-¿Cuáles son las patologías más usuales que están tratando, qué pasa con los ataques de pánico?
El pánico es miedo, angustia e incertidumbre. Pero hoy por hoy lo que más estamos tratando son los trastornos de ansiedad y la depresión. Es lo que más hay.
-¿Qué hacer entonces? Estamos muy jodidos y si la mitad de la población tiene o tendrá algún trastorno mental, ¿cómo sigue funcionando la sociedad?
Los trastornos de ansiedad son los que mejor nos hacen quedar a los psiquiatras porque mejoran 9 de cada 10 pacientes. Pero pensá en todos los otros cuadros que son crónicos como la esquizofrenia, el trastorno de la personalidad, el trastorno bipolar. Ni hablar de las adicciones, que son enfermedades crónicas, progresivas y mortales. Y hay tres caminos: o el hospital, o la cárcel o el cementerio. Empecemos por el hospital, empecemos por la salud mental. Se necesitan mucho más recursos por parte del Estado. Hay que abrir los hospitales, dejar de lado el prejuicio del neuropsiquiátrico. Si acá nosotros ayudamos a la gente. Hay un preconcepto, todavía, de que el que se trata es un débil, tiene una carencia, a la sociedad no le gustan los débiles, a la tristeza no le gusta quedar al descubierto, igual con la vergüenza, la culpa. Trabajamos con esas emociones para destrabar. Pero muchas veces la vergüenza, la culpa, el prejuicio hacen que una enfermedad se transforme en crónica. Hay personas que se bloquean y es ahí donde necesitan ayuda. El paciente consume no porque quiera, porque sí, sino por dolor, necesita aliviar el dolor y el vacío.
Por Vanessa Lerner