Estuviste participando en la Feria del Libro de Río Cuarto, contanos cómo fue la recepción del público a las actividades que proponían.
Siempre he participado en la Feria facilitando talleres de Educación Sexual Integral. Ahora en esta ocasión tuvimos de invitada a Laura Milano, una Doctora en Ciencias Sociales, que viene investigando sobre el porno. Nos vino a presentar su libro que se llama “El dedo en el porno”. Es un libro donde compiló narrativas de profesionales que estudian la pornografía, de algunos activistas y de productores de cinematografía pornográfica. Siempre desde una mirada transfeminista, dice ella.
¿Reciben consultas de esta temática?
Sí, en la clínica siempre escucho relatos de personas que me preguntan si está mal mirar pornografía, cuantas horas debe ver, si hace daño. Incluso he tenido mujeres que me traen a sus maridos porque consumen porno y hay que “curarlo”. Hay mucho tabú en cuanto a la sexualidad en general y sobre el consumo de pornografía en particular. Hay muchas investigaciones que dicen que los jóvenes, incluso niños desde muy pequeños, están accediendo a pornografía. A mí me interesa esto que plantea Laura sobre que hay que mirar las producciones porno, analizar críticamente cuáles son machistas, cuáles ponen a la mujer en lugar de objeto, cuáles no toman en cuenta el placer o los cuidados de un encuentro sexual.
Es importante también darnos el permiso para mirar otras narrativas más eróticas. Lo erótico tiene que ver con todos los sentidos, con la posibilidad de darnos el tiempo, mirar, gustar, tocar, sentir el sabor, escuchar. La erótica es muy personal. La posibilidad de habilitar esto nos la dan muchas producciones de cineastas feministas o éticas.
¿Se podría decir si es recomendable o no consumir pornografía?
Las profesionales de la sexología no tenemos que condenar el porno sino que lo que hacemos es ayudar a las personas a que el porno inmediato, que es el que circula, es el que hay que deconstruir. Un montón de personas con pene tienen la idea de que tienen el pene pequeño porque los del porno son gigantes, muchas chicas con vulva quieren que la suya sea como la del porno. Mucha depilación, mucha cirugía estética hay en el porno. En cuanto al goce muchas piensan que se da cuando con un pene gigante le penetran el ano. El ano, la boca y todos los orificios posibles. Los gritos, el uso del tiempo, ningún uso de preservativo, ningún tiempo de encuentro en la erótica, el tiempo de penetración prolongado son cosas del porno. A demás todo enfocado en el coito, pone la imagen ahí y saca de escena a todo el cuerpo. Ayer hablaba con un varón y le decía “vos tenés que poner un zoom para mirar todo el cuerpo en su integralidad para empezar por ahí a recorrer con caricias, por la espalda, la entrepierna y no ir así directo a la zona genital, hay que ir de a poco entrando de a poco en intimidad.
¿Qué tenés para decirnos sobre los cambios de paradigmas que se han dado en la conducta sexual de las personas a lo largo de la historia?
Más que nada la sexualidad en toda la historia estuvo muy silenciada sobre todo por razones religiosas. En nuestra tradición judeocristiana nos hablan de pecado, de culpas, de que disfrutar está mal, que el encuentro sólo se debe dar para la reproducción, de ligar la fidelidad a Dios. Venimos de esa historia, todos estos conceptos están en nuestra socialización y en nuestra historia colectiva. El punto es revisarla. Hoy en un taller con jóvenes de 14 a 17 años me sorprendía que aún circulara el concepto de virginidad. Es una idea construida a partir de pensar que la mujer que es penetrada deja de ser pura para empezar a vivir en pecado. Y esto sigue vigente.
Igual las pibas hoy piensan sobre temas como la masturbación, por ejemplo, en términos de autosatisfacción de formas en que yo no lo hacía a los 20 años. Se dan permiso para conectarse más consigo mismas. Siempre circula que la masturbación está permitida en los varones más que en las mujeres. Y esto viene también por la idea del cuerpo que nos da el porno. Yo escucho muchas mujeres que no se miraban la vulva, o que piensan que la vulva es fea y el pene es lindo. Son ideas centradas en el falo que nos atraviesan. Todas esas ideas en algún punto se están revisando porque aún siguen atravesándonos.
¿Cuáles son las cuestiones más frecuentes que te encontrás en el consultorio, las clases o los talleres?
Lo que hay es mucho desconocimiento de nuestra propia sexualidad. Hay desconocimiento de nuestro cuerpo y de nuestros derechos. Lo que hay que revisar son los mandatos, más que nada de que la mujer no debe gozar o no tiene deseo. Pero esto tiene que ver con las distintas edades porque como te decía hay pibas de 20 años que se animan a encontrarse con su placer porque saben que pueden disfrutar. Por otro lado, también consultan las mujeres por falta total de deseo y suele ser por el hipercansancio al que nos expone esta vida que llevamos. Es una vida con un montón de exigencias como la casa, los hijos, la actividad afuera, el tener que estar lindas. Y las mujeres más grandes después de los cincuenta años vienen con ideas de reencontrarse con su sexualidad y la vida en pareja después de que sus hijos se han ido de casa, con un cuerpo diferente, luego de una menopausia transcurrida. Ahí trabajamos incorporar lubricantes o juguetes sexuales, tanto con una misma como con otros, por ejemplo. Hay investigaciones de que más o menos el 60% de las mujeres de todas las edades no tienen orgasmos con la penetración sola. Es necesario que habilitemos otros juguetes, que no son consoladores, para vibrar otras zonas más allá de sólo la vagina.
¿Y cómo se dan esas consultas en el caso de los varones?
La consulta mayoritaria de los varones siempre va por el lado de estar erecto o no estarlo y sobre cuánto duran antes de acabar. A partir de esto siempre se hacen un mundo y piensan que son poco hombres. Charlamos siempre sobre el estrés en nuestra vida cotidiana y otras cosas que te pueden complicar la erección, pero siempre sacando del foco de que el encuentro sexual es sólo un coito. Un poco asombra a las personas porque cuando les digo que no vamos a realizar coito por dos semanas me dicen “¡ay! yo pensé que la sexóloga me iba a decir otra cosa”. Si el problema es ese, entonces nos tenemos que enfocar en otras cosas. A partir de ahí hablamos de la erótica, de la focalización sensorial le llamamos, tomar conciencia de todo nuestro cuerpo y del otro. A veces cuando los varones me consultan sobre que acaban rápido tiene que ver con la masturbación, el permiso para masturbarse siempre es oculto por lo que te enseña una modalidad rápida. Si aprendemos a ir rápido, en el encuentro sexual también vamos a ir así. Hay que estimular el deseo, excitación, orgasmo. Conocer nuestra respuesta sexual y saber que esto va mutando depende de nuestros sentimientos, nuestras ganas, nuestras parejas, cada persona es una situación compleja. La sexualidad es siempre compleja, no se soluciona sólo con pastillitas.
¿De qué manera crees que ha impactado la pandemia y el aislamiento en la sexualidad de las personas?
Durante la pandemia los organismos públicos como los Ministerios de Salud invitaban a la masturbación. A los que trabajamos en la sexología nos encantó porque le quitó el velo a la autosatisfacción, no tiene por qué ser algo oculto. Por otro lado, mucha gente buscó la conexión a través del sexting porque sus parejas estaban en otro lado. Esto desinhibió a muchas personas que les cuesta el encuentro con el otro o que les cuesta decirle a sus parejas lo que les gusta o mostrarse simplemente. Otra cosa es lo que hablábamos sobre los juguetes sexuales, durante la pandemia muchos los han adquirido por primera vez. Y obviamente esto no reemplaza a una persona, es un juguete, para usar sólo o con una pareja. La otra persona es otra persona y el juguete es algo que puede sumar.
¿Y qué pasó con las personas que no se le despertaron ese tipo de curiosidades sexuales, sino todo lo contrario?
Desde el campo de la salud mental vemos que el aislamiento nos generó ansiedad. Algunos comían mucho, vivían en pijama, tenían que estar en un lugar pequeño, compartiendo todo el día con la familia, ni hablar aquellas personas que tenían poco acceso a los celulares o a internet. La pandemia movilizó muchas ansiedades. A algunos el estar todo el día juntos les quitaba el deseo y las ganas. A otros, capaz porque recién se conocían les sirvió un montón para movilizar el deseo al inicio en el enamoramiento. A muchos les costaba encontrar el momento en pareja porque vivían con los hijos, no sólo sexualmente sino el ocio en pareja que a veces hasta hay que planificarlo. Cuando no hay espacio se perjudica mucho la sexualidad. Hubo muchas rupturas y desencuentros. Como ves es variado, pasó de todo en ese momento. Todo el mundo sabe que fue un momento de inflexión, siempre marcan el antes y el después de la pandemia.
La sexualidad es la movilidad del deseo y siempre necesita aire. Quien se encuentra motivado a salir a la vida, a hacer sus cosas, probablemente tenga muchas ganas de vivir su sexualidad sólo o acompañado. La monotonía, lo rutinario, incluso la monogamia, ya son cosas que implican cierta decadencia. El deseo necesita novedad, para estar en pareja muchos años hay que buscarle la vuelta. El disfrute tiene que ser compartido.
A partir del acceso a la información que tenemos a través de internet, ¿qué es por ahí lo más riesgoso?
El acceso a un dispositivo con internet debe ser cuidado en niños y niñas. Hay gente que hostiga, acosa y hasta somete a niños y niñas a través de las redes. Siempre hay que estar mirando y supervisando. Es necesario acompañar el uso de dispositivos porque siempre hay peligros. A través de lo que les hacen hacer a los niños después los amenazan con que van a contar o publicar lo que hicieron y así los manipulan. Estamos a un clic de poner “sex” y que ya aparezcan montones de cosas. Y no sólo referidas sólo a la sexualidad sino incluso a conductas autolesivas o consumos problemáticos. Puede ser muy nocivo para la salud. Es una herramiento que chicos y chicas tienen que usar porque existe el derecho a la comunicación, pero desde los adultos debe ser monitoreado. No desde un lugar autoritario de vigilador sino acompañando. Sobre todo cuando van creciendo hacia la adolescencia y cada vez hay más cosas que no quieren mostrar. Los primeros cuidados los tenemos que dar desde la familia junto a la compañía de la escuela.
¿Y los aspectos positivos del acceso a esa información?
Lo bueno de la conectividad es la cantidad de información a la que se puede tener acceso y a que haya más posibilidad de encontrarse con otro u otra. La información está, pero siempre tiene que estar asociada a un trabajo reflexivo donde podamos comprender, discriminar, jerarquizar lo que encontramos. En la inmediatez la gente quiere algo rápido, lo primero que se encuentra. Es necesario ser críticos y empezar a trabajarlo desde la adolescencia.
¿Cómo ves la aplicación de la ESI en Río Cuarto?
La Educación Sexual Integral está en todas las instituciones educativas. La Ley dice que se debe dar información científica, precisa y certera a los niños, niñas y adolescentes. Desde el nivel inicial al superior. En algunas seguramente circula más cotidianamente que en otras, en algunas está pero no tan sistematizada o explícita, en otras está como proyecto armado donde se ocupan ciertas docentes de eso, a veces está aislado con una actividad cada tanto. La ESI tiene cinco ejes y algunos profes se animan a abordar unos sobre otros. Yo considero, por lo que veo, que todos los profes están capacitados en educación sexual y a veces mis talleres son sólo la habilitación de algo diferente.
Los docentes aportan y también toman lo que yo voy a decir. Acá habíamos armado una Red de Docentes con Compromiso por la ESI, hay que reactivar esto. Después de la pandemia quedó ahí, pero muchos docentes vienen trabajando. Por supuesto que falta. En octubre de este año cumplimos 16 años de la Ley de Educación Sexual Integral. Donde falta es porque la ESI demanda mucha revisión sobre nosotros, nos pone en un lugar que incomoda, pero la ESI está para incomodar. Cuando nos animamos entonces fluye de otra manera. Siempre sostenido por el trabajo de otros compañeros y compañeras. Las condiciones siempre dependen de la reflexión que el profe o la profe haya tenido sobre sus propios condicionamientos, además del acompañamiento de la escuela.
Y en cuanto a los adultos ¿deberían recibir algún tipo de formación específica?
En cuanto a los adultos yo empecé a comunicar esto en un lugar con personas adultas como lo que yo hacía en Troya. Estaba pensado más como un espectáculo, algo más descontracturado, entrando por el lado de lo artístico. Circulaba el tema del placer, de la comunicación en la pareja, en la manera de encontrarnos, de las sensaciones. Hay mucho analfabetismo sexual que no nos permite superar la culpa que nos han metido en la cabeza. A mí me parece fundamental que exista un espacio que es educativo pero que se desarrolla en otro espacio. A mí me re sirve para salirme del lugar de docente para poder jugar y reírme un poco. No como vulgaridad sino con la información adecuada. Existe la necesidad de que hayan espacios alternativos donde comunicarnos esto.
En relación a la inmediatez y lo fugaz de esta época, ¿cómo se combina esto con el tema de la responsabilidad afectiva en relaciones de pareja y esporádicas?
Las aplicaciones de citas facilitan que las personas podamos encontrarnos. Algunos no tienen mucho vínculo y esto realmente ayuda. Lo que sí es real es que la selección es muy rápida, vamos cambiando de persona mirando tal imagen que puso, y siempre trabajo sobre la posibilidad de ir más allá de lo que puso ahí. Es un otro y tengo que pensar en la posibilidad de encontrarme con ese otro. Tengo que ver sí es quien dice ser, los cuidados siempre necesarios. Lo que sucede es que muchas veces se plantean esos encuentros como algo coital y no se plantean la posibilidad de conocerse con alguien, de charlar, de explorar los cuerpos sin la necesidad inmediata de nada. Transformar lo que conocemos como “la previa” en el verdadero encuentro sexual. Me parece que el desafío de los sexólogos es que pongamos eso en valor. Las relaciones sexuales empiezan con el beso y las caricias, pero no terminan siempre en penetración. El sexo es conexión, pero para conectar necesito tiempo. Si al otro lo trato mecánicamente, como un trámite, poniendo y sacando, no permite que medie el disfrute. La responsabilidad afectiva habla de que el trato sea siempre amoroso, aun cuando recién conozco al otro. Me ocupo del otro como un otro, empatizo con una persona, no es un objeto a ser usado. Aunque sea sólo un día en un momento.
Por último, ¿cuál crees que es el desafío que tenemos de cara a vivir una sexualidad placentera y saludable?
Creo que hay que evitar una sexualidad no cuidada y sin disfrute. Hay un marketing de la sexualidad que nos lleva a querer consumir cuerpos. El desafío es conectar. Hay que encontrarnos con el goce, no como imposición sino como derecho. Voy por una justicia sexual que nos permita revisarnos desde nuestro proceso de socialización para salirnos de un modelo heteronormativo que pone varas para todo. Darnos amplitud pero sin juzgar, opinar siempre desde el marco de los derechos. Si mis dichos vulneran a la otra persona entonces no estoy opinando.